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Y tú...¿Siembras para luego recoger o quieres recolectar sin sembrar?

Y tú...¿Siembras para luego recoger o quieres recolectar sin sembrar?

20/06/2022

Metodología Lean

Miguel Ángel

Durante toda mi vida, recuerdo que mi padre siempre ha tenido la oportunidad y las ganas de trabajar un pequeño trozo de tierra donde, en función de la época del año, sembraba todo tipo de verduras y hortalizas. Acelgas, lechugas, cebollas, tomates, judías, berenjenas, el famoso “garrofó” valenciano para la paella, habas, patatas, y un largo etcétera.

Echando la vista atrás incluso este mismo año ha seguido plantando, me doy cuenta de que mi padre siempre ha tenido la paciencia de dejar que la naturaleza siga su curso. Prácticamente todos los días desde que se jubiló, va a revisar su trocito de huerta, donde se encarga de quitar las malas hierbas, echar abono, regar, y día tras día observa cómo su trabajo daba sus frutos después de semanas y en algún caso, después de incluso meses.

Además, no es cualquier cosa esto de la siembra. Tiene su método y su procedimiento. Aspectos como la época del año en la que se planta, que si la luna está menguante o creciente, que si la semilla es de un tipo o de otro, que si la tierra está preparada en cuanto a nutrientes y humedad, que si la distancia entre plantel y plantel, la profundidad a la que se siembra, … influyen. Me di cuenta de que hay todo un proceso detrás para poder conseguir un buen producto.

¿Creéis que él hubiera podido recolectar buenas hortalizas y verduras si no hubiese tenido esa paciencia, ese trabajo diario de mantenimiento y cuidado de su huerto, además de aplicar sus conocimientos y metodología de siembra, cuidado, recolección, y de tener un plan más o menos definido?

A nivel de empresa, creo que nos falta mucho de esta visión, de esta forma de ver las cosas a largo plazo.

Nos hemos convertido en cortoplacistas. En querer aplicar recetas milagrosas para conseguir beneficios de manera casi inmediata en nuestras empresas. Vivimos de subidones de adrenalina cuando se alcanzan los “supuestos” éxitos a corto plazo.

Las dos líneas de trabajo empresarial imprescindibles

En las empresas debemos trabajar en dos líneas: el trabajo diario y el trabajo a medio-largo plazo.

La línea de trabajo diario.

La línea de trabajo diario, es la operativa diaria que nos lleva a abordar nuestros retos diarios entre los que están: fabricar y entregar los productos a nuestros clientes, pagar las nóminas de los trabajadores, solucionar los problemas que van surgiendo, intentar conseguir nuevos pedidos, gestionar lo mejor posible nuestras compras, aprovisionamientos y stocks, en definitiva, eso que llamamos nuestro día a día. ¿Pero qué ocurre si solo nos centramos en este corto plazo, en esa operativa diaria?

Principalmente que el día a día se convierte en un bucle o en el ya denominado “día de la marmota”.

¿Dónde está aquí nuestra siembra para recoger en el futuro? Definitivamente, no está.

La línea de trabajo a medio-largo plazo.

Por otro lado, tenemos ese enfoque a medio-largo plazo que algunas empresas sí que trabajan, aunque en muchas ocasiones, con poca paciencia. Recordad que, al igual que las hortalizas y verduras que mi padre cultiva, todo tiene su tiempo. Hay que trabajar sin prisa, pero sin pausa. Día tras día, con un objetivo en el horizonte y midiendo la evolución de nuestras acciones.

Hoy en día, hemos sido absorbidos por la vorágine de la automatización y de la digitalización. Algunos piensan que esta es la receta mágica, es decir, que, automatizando sus procesos productivos y logísticos, digitalizando procesos de captura de información, y procesos administrativos, creando páginas web con alto impacto visual incluyendo aspectos de realidad aumentada, … se van a solucionar todos los problemas de su negocio de manera rápida o que van a ser mucho más competitivos en poco tiempo. La cultura de lo que podemos denominar “AMAZONismo”, el “lo quiero para mañana”.

¿Realmente creemos que por que se adquiera y se instale cualquiera de las herramientas tecnológicas que tenemos a nuestro alcance, vamos a incrementar la productividad, reducir costes, optimizar los stocks, ser más competitivos y, en definitiva, ganar más?

Pues permitidme que os diga que no.

No existen recetas mágicas, ni tampoco tecnología que haga todas estas mejoras en un plazo corto. Seguro que podemos mejorar algunos indicadores con la introducción de la tecnología, pero al analizarlo fríamente nos daremos cuenta de que ha sido como el éxtasis, un subidón de serotonina que solo nos llena el día que vemos esos resultados, pero que cuando aterrizamos de nuevo, alzamos la vista, vemos que todavía queda mucho por hacer.

Tal y como ya nos trataba de decir Immanuel Kant: “La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia es la debilidad del fuerte”.

Así es señores, la transformación de cualquier negocio es un aspecto a largo plazo, es una carrera de fondo, una maratón, para la cual, los que se preparan para ello, saben que deben prepararla bien y con tiempo, además de con un buen plan de preparación y con una estrategia.

La implementación de una filosofía de trabajo como la Mejora Continua, el Lean, que como ya mencionaba en otro de mis posts, es la base para crear el ecosistema que prepare a la empresa para la implementación de las tecnologías, para la ya manida transformación digital, va de la “siembra” para luego “recolectar” los frutos. Va de formar a las personas, va de empoderarlas, de explicarles que su opinión y sus aportaciones son valiosas y que se pueden estudiar para aplicarlas y mejorar. También va de simplificar, de tener procesos bien definidos, pero sencillos y robustos, que serán soportados por unos buenos procedimientos y estándares, que por su puesto se irán revisando y mejorando a medida que se vayan observando y, sobre todo, midiendo su efectividad. Y uno de los aspectos más importantes va de tener paciencia puesto que un cambio cultural no se consigue de la noche a la mañana, por muy buenas que sean las presentaciones PowerPoint que hagamos.

No se recogen tomates a la semana de haber plantado el plantel.

Cuidemos el campo (la empresa - los empleados), eliminemos las malas hierbas (mudas - desperdicios), reguemos cuando haga falta (formación), abonemos en la medida que lo requieran (suministrando herramientas, medios y tecnología adecuados) y seguro que después de haber ejecutado nuestro plan y haber aplicado nuestros conocimientos y procedimientos (estándares), conseguimos tener una buena cosecha (llegar a nuestro objetivo) y recoger los frutos (mejorar nuestra productividad, nuestra competitividad, nuestros resultados).

Señores directivos y gerentes de las empresas, empecemos a entender que para poder transformar y mejorar nuestros negocios, debemos, igual que mi padre con su huerto:

  • Ser pacientes.
  • Ser constantes.
  • Tener visión a medio-largo plazo.
Y tú, ¿siembras para luego recoger o quieres recolectar sin sembrar?

Hora de reflexionar y de nuevos planteamientos empresariales…

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